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El 2 de octubre… ¿no se olvida?

Lo que comenzó como una manifestación pacífica terminó en una noche de sangre, silencio oficial y profunda indignación social.

A 57 años de la masacre de Tlatelolco, México recuerda uno de los episodios más dolorosos de su historia contemporánea. El 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas, miles de estudiantes, profesores y ciudadanos se congregaron para exigir democracia, libertad de expresión y el cese de la represión.

Lo que comenzó como una manifestación pacífica terminó en una noche de sangre, silencio oficial y profunda indignación social.

Contexto político y social

En 1968, México vivía bajo el régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI), encabezado por el presidente Gustavo Díaz Ordaz.

El país se preparaba para recibir los Juegos Olímpicos, mientras una creciente efervescencia estudiantil cuestionaba el autoritarismo, la censura y la violencia institucional.

El movimiento estudiantil, articulado por universidades como la UNAM y el IPN, exigía la derogación de artículos represivos del Código Penal, la liberación de presos políticos y la democratización de la vida pública.

La noche de la represión

La tarde del 2 de octubre, miles de personas se reunieron en Tlatelolco. Poco después de las 18:00 horas, elementos del Ejército Mexicano y del Batallón Olimpia rodearon la plaza.

Testimonios coinciden en que se lanzaron bengalas desde un edificio cercano, lo que dio inicio a un operativo militar que incluyó disparos, detenciones arbitrarias y persecuciones.

Aunque el gobierno negó inicialmente la agresión y culpó a “provocadores”, investigaciones posteriores y documentos desclasificados revelaron que se trató de una acción planificada para desarticular el movimiento.

El número de muertos sigue siendo motivo de controversia: mientras fuentes oficiales hablaron de menos de 30 fallecidos, organizaciones civiles y académicas estiman que fueron más de 300.

Memoria y justicia

Desde entonces, el 2 de octubre se ha convertido en una fecha emblemática para la memoria colectiva. Cada año, miles de personas marchan en la Ciudad de México con la consigna “¡2 de octubre no se olvida!”, exigiendo verdad, justicia y reparación. En 2018, el Estado mexicano reconoció oficialmente la responsabilidad del gobierno en la masacre, y en años recientes se han abierto archivos militares para esclarecer los hechos.

La masacre de Tlatelolco marcó un antes y un después en la historia política de México. No solo evidenció la fragilidad de las libertades civiles, sino que sembró las bases de una conciencia crítica que décadas después impulsaría la transición democrática.

Hoy, en 2025, el país sigue enfrentando desafíos en materia de derechos humanos, transparencia y justicia. Recordar el 2 de octubre no es solo un acto de memoria: es un compromiso con la verdad y con las generaciones que luchan por un México más justo y plural.

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