A las 7:19 de la mañana del jueves 19 de septiembre de 1985, un sismo de magnitud 8.1 sacudió el centro del país. En medio del desconcierto, una voz se convirtió en testigo colectivo de la tragedia: Jacobo Zabludovsky, periodista y conductor del noticiero más influyente de la televisión mexicana, narró en tiempo real lo que veía desde su automóvil, a través de una transmisión improvisada por la XEW.
Su crónica, espontánea y sin guión, se convirtió en un documento sonoro que capturó el horror, la urgencia y la humanidad de una ciudad colapsada.
“Estoy enfrente de mi casa de trabajo, donde he pasado a lo largo de mi vida más tiempo que en mi propia casa, y está totalmente destruida”, dijo al llegar a las instalaciones de Televisa Chapultepec.
Desde Paseo de la Reforma, Bucareli, la Glorieta del Caballito y el Monumento a la Revolución, Zabludovsky describía edificios derrumbados, helicópteros sobrevolando, rostros de estupor y calles bloqueadas.
“Estoy frente al hotel Regis… está totalmente destruido… el edificio de Salinas y Rocha permanece en pie pero está totalmente cuarteado… la Secretaría de Marina se derrumbó totalmente… no quedó piedra sobre piedra”.
En su recorrido, entrevistó a víctimas y testigos. Uno de los momentos más conmovedores fue el diálogo con Víctor Manuel Fernández, dueño del restaurante Súper Leche: “¿A qué hora abren el restaurante? —A las siete de la mañana. ¿Quiere decir que a la hora del temblor ya estaba abierto? —Ya señor. En el segundo piso vivía mi madre y mi hermana… no sé yo…”.
Una crónica que rompió el molde
La cobertura de Zabludovsky contrastó con su imagen habitual como vocero del régimen. En su biografía y en ensayos como Jacobo Zabludovsky: el poder del silencio de Luis Antonio Espino, se destaca cómo ese día mostró una faceta más humana, cercana y espontánea.
“Su narración le dio sentido y magnitud a lo que pasaba en la ciudad en su hora más dolorosa y triste”, escribe Espino.
La crónica del sismo fue reproducida por diversos medios, citada en libros de historia y periodismo, y estudiada en facultades de comunicación como ejemplo de cobertura en crisis. Fue también un punto de inflexión en la relación entre medios, ciudadanía y poder.
Tres años después, en las elecciones de 1988, el descontento social se manifestó en las urnas, y la figura de Zabludovsky pasó de ser el “Jacobo” cercano del temblor al “Zabludovsky” criticado por su silencio ante la oposición política emergente.
Legado y memoria
Jacobo Zabludovsky falleció en 2015, pero su voz permanece como eco de una ciudad que aprendió a narrarse en medio del colapso. En el marco del 40 aniversario del sismo, la Universidad Nacional Autónoma de México ha digitalizado parte de su cobertura como parte del acervo histórico del desastre.
TV UNAM proyecta el documental 1985: Cuando la Tierra habló, que incluye fragmentos de su crónica y entrevistas con periodistas que cubrieron el evento.
La Secretaría de Cultura ha incluido su testimonio en la exposición “México: memoria sísmica”, que se presenta en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo.
En ella, se destaca cómo su narración ayudó a dimensionar la tragedia y a movilizar a miles de personas en labores de rescate.
El periodista y el país
Jacobo Zabludovsky fue testigo de los grandes momentos del siglo XX mexicano: la Revolución Cubana, el Concilio Vaticano II, la caída del Muro de Berlín. Pero su cobertura del sismo de 1985 lo convirtió en algo más que un cronista: fue la voz que acompañó a millones en su duelo, su miedo y su reconstrucción.
A 40 años del desastre, su testimonio sigue siendo referencia obligada. No solo documentó el temblor: lo convirtió en memoria colectiva.
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