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Violenta marcha del 2 de octubre

Volaron piedras, se incendiaron objetos, se rompieron cristales. Las paredes del Centro Histórico fueron cubiertas con consignas agresivas, mientras el mobiliario urbano ardía bajo el cielo gris de octubre.

Lo que comenzó como una jornada de memoria se convirtió en un campo de batalla. La marcha conmemorativa por la masacre estudiantil de 1968, símbolo de resistencia y exigencia de justicia, fue violentamente interrumpida por la irrupción del Bloque Negro, un grupo encapuchado que transformó el corazón de la capital en un escenario de furia y destrucción.

A medida que los contingentes avanzaban hacia el Zócalo, el ambiente se tornó tenso. A las 17:30 horas, estalló el caos. Con rostros cubiertos y cuerpos protegidos por escudos improvisados, los integrantes del Bloque Negro se separaron del flujo pacífico y comenzaron a atacar.

Volaron piedras, se incendiaron objetos, se rompieron cristales. Las paredes del Centro Histórico fueron cubiertas con consignas agresivas, mientras el mobiliario urbano ardía bajo el cielo gris de octubre.

La policía capitalina, desplegada en formación de contención, respondió con gases lacrimógenos y escudos antimotines.

El enfrentamiento fue breve pero brutal. Las detonaciones, los gritos, el humo: todo se mezcló en una atmósfera de pánico. Comerciantes cerraron apresuradamente sus negocios.

Turistas corrieron buscando refugio. Ciudadanos que marchaban por la memoria fueron empujados por la violencia que no convocaron.

El saldo preliminar: decenas de heridos, múltiples detenidos, daños materiales en edificios históricos y una jornada marcada por el miedo. Las cámaras del C5 captaron los momentos más críticos, mientras las autoridades anunciaron investigaciones para identificar a los responsables.

La marcha, que cada año exige justicia por los estudiantes asesinados en Tlatelolco, fue eclipsada por el estruendo de la confrontación.

El mensaje de memoria quedó sepultado bajo el ruido de los cristales rotos y el fuego. El Zócalo, testigo de tantas luchas, volvió a ser escenario de una fractura: entre quienes buscan justicia y quienes, en nombre de la rabia, imponen el caos.

La jornada concluyó con un mitin deslucido, rodeado de humo y tensión. El eco del 2 de octubre resonó entre cenizas, recordando que la violencia, aún disfrazada de protesta, puede desfigurar la memoria.

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