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Bots: el ejército digital que redefine la conversación pública en México

Su presencia en las redes sociales ha redefinido la manera en que se construyen narrativas y se miden percepciones.

Los bots, programas informáticos capaces de ejecutar tareas de manera automática, se han convertido en una pieza central del ecosistema digital contemporáneo.

Aunque fueron concebidos para facilitar procesos —como responder consultas básicas, rastrear páginas web o administrar grandes volúmenes de información—, su evolución los ha llevado a desempeñar un papel estratégico en ámbitos tan diversos como la atención al cliente, la publicidad, la seguridad informática y, cada vez con más fuerza, la comunicación política.

En términos generales, se dividen en dos categorías. Los bots benignos funcionan como asistentes virtuales, sistemas de soporte o herramientas de análisis; operan con transparencia y mejoran la experiencia de los usuarios.

En contraste, los bots maliciosos o manipulativos buscan influir en la conversación pública mediante interacciones automatizadas que simulan actividad humana: generan tendencias artificiales, impulsan etiquetas, elogian o atacan a figuras públicas y amplifican ciertos mensajes para darles una relevancia que no necesariamente corresponde con su apoyo real en la sociedad.

Su presencia en las redes sociales ha redefinido la manera en que se construyen narrativas y se miden percepciones.

Una cuenta automatizada puede publicar cientos de mensajes en minutos, coordinar ataques digitales o aparentar espontaneidad. De esta forma, los bots no solo influyen en lo que se conversa, sino también en cómo se interpreta lo que ocurre en la esfera pública.

México no es ajeno a este fenómeno.

En la última década, el país ha sido escenario de múltiples episodios donde las redes automatizadas han intervenido en discusiones políticas y sociales.

Desde campañas electorales hasta movilizaciones ciudadanas, pasando por crisis gubernamentales y debates legislativos, los bots han aparecido como un factor recurrente.

En ciertos momentos, estudios independientes han detectado que una parte considerable del tráfico en debates nacionales proviene de cuentas automatizadas que operan de forma coordinada.

Esto genera preocupaciones importantes

La presencia masiva de bots puede distorsionar el ánimo social, inflar percepciones de respaldo o rechazo, e incluso inhibir la participación de usuarios reales al sentir que la conversación está “tomada” por fuerzas organizadas.

También dificulta la labor de periodistas, analistas y verificadores, que deben navegar entre información orgánica y contenido artificialmente amplificado.

El reto es doble

Por un lado, las plataformas enfrentan presión para mejorar sus sistemas de detección y sancionar el uso de redes automatizadas con fines de manipulación.

Por otro, la ciudadanía necesita herramientas y educación digital para identificar comportamientos sospechosos: perfiles recién creados, actividad excesiva, mensajes repetitivos o patrones de difusión que no corresponden al ritmo humano.

En un contexto donde las redes sociales se han convertido en el ágora pública por excelencia, el impacto de los bots no puede minimizarse. No se trata solo de tecnología, sino de cómo se construyen y disputan las narrativas en un país marcado por la polarización y la inmediatez informativa.

México entra a un periodo donde la conversación digital será decisiva para entender el rumbo político y social. Y en ese escenario, los bots —ya sea como herramienta legítima o como mecanismo de manipulación— seguirán siendo protagonistas silenciosos, pero determinantes, de lo que se dice, se lee y se cree.

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