La Basílica de Guadalupe vive nuevamente una de las concentraciones religiosas más grandes del mundo. En vísperas del 12 de diciembre, día en que se conmemora la aparición de la Virgen en el cerro del Tepeyac en 1531, millones de peregrinos han comenzado a abarrotar el recinto y sus inmediaciones.
Tan solo hasta el mediodía del 11 de diciembre se contabilizaron 4.5 millones de visitantes, cifra que seguirá en aumento conforme se acerque la madrugada de las tradicionales Mañanitas.
Los contingentes provienen de diversos estados, especialmente de Puebla, Hidalgo y el Estado de México, donde familias enteras se organizan para caminar, viajar en bicicleta o en caravanas hacia la capital.
La devoción se expresa en cantos, rezos y ofrendas, con historias de fe transmitidas de generación en generación.
Operativo Basílica 2025
La magnitud del evento ha llevado a las autoridades capitalinas a desplegar el Operativo Basílica 2025, que contempla cortes viales, rutas alternas y más de 5 mil elementos de seguridad para garantizar la movilidad y el resguardo de los asistentes.
Además, se instalaron módulos de hidratación, atención médica y orientación de la Profeco, mientras que Protección Civil emitió recomendaciones para prevenir incidentes.
El alcalde de Gustavo A. Madero informó que el flujo de visitantes se ha intensificado en las últimas horas, con un incremento respecto a años anteriores.
Se espera que la cifra final supere los 13 millones de peregrinos, consolidando a la Basílica como el segundo recinto religioso más visitado del mundo.
Celebraciones litúrgicas
El programa religioso incluye misas continuas, rosarios y la Misa de las Rosas, además de las tradicionales Mañanitas a la Virgen de Guadalupe en la madrugada del 12 de diciembre.
Diversas agrupaciones musicales y coros se han sumado para rendir homenaje, mientras que la Iglesia exhorta a los fieles a mantener orden y respeto durante las celebraciones.
Impacto social y cultural
La peregrinación guadalupana no solo reafirma la centralidad de la Virgen de Guadalupe en la identidad mexicana, sino que también representa un desafío logístico y social para la capital.
La convivencia de millones de personas en un mismo espacio exige coordinación institucional y responsabilidad ciudadana, en un evento que combina espiritualidad, tradición y organización comunitaria.















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