En el marco del Seminario Internacional de Gobernanza Global “Relación México-Estados Unidos y sus Nuevos Desafíos”, académicos y especialistas coincidieron en que la seguridad y defensa de América del Norte enfrenta una encrucijada: avanzar hacia una cooperación estratégica o estancarse bajo políticas unilaterales.
El director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, Alejandro Chanona Burguete, advirtió que este dilema impacta directamente en la construcción regional y en la seguridad nacional mexicana.
Durante la segunda sesión del ciclo, Chanona recordó que desde el inicio de su mandato, el presidente estadounidense Donald Trump emitió órdenes ejecutivas que redefinieron la política comercial, la seguridad fronteriza y la clasificación de los cárteles como organizaciones terroristas.
“Para México, la expansión de las organizaciones criminales representa un asunto de seguridad nacional que exige respuestas más allá de la reacción inmediata”, señaló.
Leonardo Curzio Gutiérrez, investigador del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), calificó como irónica la postura del mandatario estadounidense ante la ONU, donde responsabilizó a la organización por la “invasión” migrante en Europa, mientras presume haber reducido la inmigración ilegal en la frontera sur a “cero”.
Curzio lamentó que México haya perdido peso estratégico en la relación bilateral, debilitado por escándalos institucionales y una imagen erosionada.
Craig A. Deare, profesor del College of International Security Affairs, subrayó que la historia de intervenciones estadounidenses en territorio mexicano sigue marcando la diplomacia bilateral.
“Estamos ante una tormenta perfecta: un Trump 2.0 presionado para hacer más en México, y un país con graves debilidades políticas, económicas y de justicia”, advirtió.
Por su parte, Yadira Gálvez Salvador, investigadora de la FCPyS, llamó a replantear el análisis del vínculo bilateral desde la premisa de que las amenazas también se comparten entre países fronterizos.
“México debe dejar de ser reactivo y aprovechar la urgencia de Estados Unidos por combatir el narcotráfico para establecer marcos estratégicos que respondan a sus propias necesidades”, afirmó.
Guadalupe Correa-Cabrera, profesora de la Universidad George Mason, señaló que la presión sobre México va más allá de la seguridad.
“El tema migratorio se ha oscurecido por la narrativa del narcoterrorismo, mientras que las cadenas de suministro y la interdependencia económica siguen siendo puntos de tensión”, explicó.
Javier Ulises Oliva Posada, académico de la FCPyS, trazó una línea histórica sobre los enemigos externos en la política estadounidense: del comunista al terrorista, y ahora al narcotraficante.
“Todos vienen de fuera, y ese discurso sirve para recomponer su base electoral”, dijo. Cuestionó además el compromiso real de Estados Unidos en la lucha contra el consumo de drogas y el tráfico de armas, señalando que no hay avances tangibles.
El secretario técnico del Seminario, Miguel Basáñez Ebergenyi, anunció que la próxima sesión se celebrará a finales de octubre en la Facultad de Derecho, con énfasis en migración y mano de obra.
El ciclo concluirá el 3 de diciembre con una reunión organizada por el CISAN y la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde se abordará el rompimiento con Europa y el futuro de la región T-MEC.
La sesión, celebrada en la sala Fernando Benítez de la FCPyS, reunió a estudiantes, profesores e investigadores en un espacio de reflexión crítica sobre los desafíos compartidos entre México y Estados Unidos, y la urgencia de construir una agenda bilateral que privilegie la cooperación frente a la confrontación.
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